Cuando Donna Leon lanza una nueva entrega de Brunetti, el mundo de la novela negra se quita el sombrero. La genialidad de la Reina del Crimen actual es reconocida mundialmente (menos en Italia, su lugar de residencia donde no publica para poder vivir tranquila) por los amantes del género negro al más puro estilo clásico.

En su última novela, Restos Mortales, la expectación y la cautela se extendieron ante el anuncio de que el último caso de Brunetti era una historia que hablaba de la ecología, del daño que hacemos al planeta y de nuestro futuro si no hacemos algo grande para cambiar las cosas. Todo es cierto: Restos Mortales es todo eso. Pero no solo eso, también es un caso de Brunetti como tantos otros, con cadáver, investigación y un punto adiccional que a todos los lectores nos ha llenado un vacío que se había generado a lo largo de 25 novelas. Conocemos a Brunetti, a su mujer Paola, a sus hijos, Chiara y Rafi, a sus suegros, a sus compañeros y amigos, a su jefe y sabemos como piensa en cuestiones políticas y literarias. En la 26 conocemos  algo más, un lado humano y trascendental que hasta ahora estaba oculto para sus seguidores. Es una gran historia, como cada una de las que Donna Leon nos regala desde hace muchos años y 26 entregas. Es todo lo que siempre ha sido, todo lo que el anuncio de su lanzamiento prometía que iba a ser, y un algo más que el lector descubrirá por si mismo. 

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