Mariola Díaz-Cano, redactora de la  popular página de literatura Actualidad Literatura entrevista a las ganadoras ex aequo por primera vez del premio Torrente Ballester 2017.

Mariola habla con ambas autoras sobre el premio, sus obras, trayectorias y proyectos futuros. En la pasada XXIX edición del Premio Torrente Ballester de narrativa en lengua castellana participaron un total de 411 obras inéditas, de autores de más de 18 países. Este premio nació en el año 1989 y está dotado con 25.000 euros y la edición del ejemplar ganador.

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Os adelantamos un poco de la genial entrevista:

¿Tenéis alguna manía o hábito al escribir?

Ana: Decía Virginia Woolf que una mujer debe tener dinero y una habitación propia para poder escribir novelas. Yo necesito tiempo y silencio. Varias horas en silencio y todo empieza a salir. Nunca sé qué voy a escribir, ni qué va a pasar en la novela. Es un proceso muy divertido porque escribo con la emoción del lector que no sabe qué va a ocurrir en la siguiente escena.

Recuerdo un día que iba escribiendo por la mitad de Lo que Callan los Muertos y decidí releer lo que llevaba para continuar de forma coherente. Me metí tanto en la lectura que empecé a sentir la tensión del lector y me pregunté «¿No será X el asesino?». Hasta que me di cuenta de que yo era la escritora y que el asesino sería quien yo decidiese. A veces pienso que yo no decido nada, que la novela está escrita en algún rincón de mi mente y yo solo la transcribo en el ordenador.

Fátima: Ja, ja, ja, ja. ¿A que Ana es sorprendente? Es genial. Es verdad que cuando entras en “trance” saltas de la realidad a otro mundo paralelo. A veces parece que la mano escribe sola y que estás canalizando una trama que viaja por el aire. Tengo facilidad para concentrarme y puedo escribir en cualquier parte y con cualquier ruido. De hecho, la gente que se cruza conmigo de forma cotidiana me ve siempre con el ordenador a cuestas. Tengo libretas por todos los rincones para atrapar las “revelaciones”. Lo que necesito tener claro es el final de la novela. El resto no lo sé, no sé las causas, ni quién, ni cómo, pero todo lo que ocurre está destinado a ese final, un imán que devora toda la novela.