El viernes pasado formé parte del jurado en la tercera edición del Premio de Novela Carmen Martín Gaite.  Ha sido mi primera vez como jurado literario y no será la última porque a final de año seré jurado de otro premio de novela, de los que reciben muchos cientos de obras y después de esta experiencia, me apetece mucho. Siendo honesta, tengo que decir que ser jurado es mucho menos emocionante de lo que parece. Tiene partes que son aburridas. Cuando lees las obras finalistas, a solas, en tu casa,  unas te gustan, otras te aburren y con algunas te cuesta mucho pasar de la primera página. A pesar de que cuando llegan al jurado ya han pasado una primera gran criba, en la que se han seleccionado las que tienen más opciones de ganar, unas son muy buenas y otras no tanto, pero sobre todo unas cuadran con tus gustos y otras no. Sí, para los que no lo sabíais, esto funciona así: el jurado no lee todas las novelas, primero pasan por el filtro de los lectores profesionales. Al jurado le llegan el 1 o el 2% de las obras presentadas.

Los antecedentes:

En esta ocasión, me apetecía ser jurado porque conocía a los organizadores y sabía que era un premio serio y trasparente: iba a ganar la obra que el jurado eligiera y eso significaba que iba a haber un interesante debate. Los escritores se presentan al Premio Carmen Martín Gaite bajo pseudónimo (plica) y se desconoce el nombre del ganador y de los finalistas hasta después de la adjudicación del premio. Allí están los organizadores presentes, sin voto, para velar porque esto sea así. Cuando, como en este caso,  desconoces el nombre del escritor que firma la obra, desconoces muchas cosas. Las primeras, sexo, edad y currículum ¿es un escritor conocido o un escritor novel? ¿estás ante una nueva obra de Espido Freide o de la primera novela de un autor al que aún no ha leído nadie? Esto te genera una cierta desazón: ¡A ver si vas a estar ante una obra de Vargas Llosa y tú estás diciendo que no es buena! Eso es una exageración, supongo que Vargas Llosa hace mucho que no se presenta a ningún concurso, pero otros escritores muy conocidos sí lo hacen. Lo cierto es que no tienes ninguna referencia y  eso te lleva a elucubrar y, sobre todo, a no tener prejuicios a la hora de decidir.

El proceso:

En esta ocasión, las obras finalistas eran muy diferentes y  la discusión literaria estaba garantizada. Yo tenía mi novela favorita muy clara y el pleno convencimiento de que debía ser la ganadora. Esa convicción provenía de que la novela pertenecía a un género que no me gusta, un género que respeto y valoro, pero que no me engancha: la novela histórica. Hay algo en mi que prefiere el presente y el futuro; el pasado me aburre. En general, no me gusta mirar atrás y supongo que eso hace que la novela histórica esté siempre la última de mi lista de preferidas. El siguiente por la cola de mis preferencias son las biografías.

Empecé a leer la novela que se llevó mi voto con apatía y recelo: Una novela histórica que recreaba de forma ficticia la biografía de una de las primeras escritoras feministas españolas, María de Zayas y Sotomayor. La dejé para leerla la última y, para las primeras páginas, me armé de valor. Las siguientes cayeron solas, las devoré en dos horas. Me enganchó. Tuve claro que era la novela ganadora: si una novela histórica que recreaba la vida de una mujer del S. XVII me había cautivado a mí, la novela tenía que ser buena.

El clímax:

La novela que yo había elegido ganó el concurso (esa no era la sorpresa que os tengo reservada), pero lo hizo después de un intenso debate. No puedo desvelar los detalles, eso queda solo en el recuerdo de los miembros del jurado, pero lo cierto es que el proceso de decisión duró varias horas, durante las cuales diseccionamos las novelas y nos imaginamos el perfil de escritor que había detrás de cada una de ellas. El de la que resultó ganadora era fácil: Novela histórica feminista, muy bien documentada,  con la primera escritora feminista de referencia en nuestro país como protagonista, tenía que haber sido escrita por una mujer de entre cuarenta y cincuenta años. En eso, había unanimidad entre todos.

El desenlace:

Al final, mi novela favorita ganó por mayoría de votos y,  entonces ya sí, se abrieron las plicas: El ganador de la tercera edición del Premio de Novela Carmen Martín Gaite, fue Francisco (Paco) Tejedo Torrent, de 73 años, autor de una excelente novela histórica feminista sobre la escritora María de Zayas y Sotomayor.

Esto es lo que ocurre con los concursos rigurosos y trasparentes, que el ganador siempre es una sorpresa.

Si quieres saber más sobre el autor, la novela y el premio, te dejo mi artículo en Actualidad Literatura:

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