La muerte de Sue Grafton me ha traído muchos recuerdos de cuando empecé a leer novela negra. Kinsey Milhone se convirtió en la heroína de mi adolescencia, decidida, fuerte, valiente, dispuesta a enfrentarse a todo.
En cierta forma, Kinsey era un reflejo de su autora, que supo sacar lo mejor de las peores épocas de su vida. Ella misma decía que empezó a escribir novela negra en pleno juicio de divorcio, para poder matar a su exmarido en la ficción, porque hacerlo en la realidad le hubiera supuesto la cárcel. En vez de eso le supuso liderar la lista de ventas de libros. Por eso ahora que soy adulta, mi heroína ya no es Kinsey, sino Sue, por su madurez emocional, por transformar en genialidad las malas experiencias.
Os dejo mi artículo sobre ellas, Kinsey y Sue, ya inseparables para siempre, publicado en Actualidad Literatura: