Conan Doyle, creador del inolvidable Sherlock Holmes, siempre tuvo una relación de amor odio con el crimen. Doyle se avergonzaba de Sherlock, su famoso detective, porque aspiraba a ser recordado por sus otras obras literarias, de mucha más calidad, según su criterio. Tanto llegó a odiarle que lo mató para no tener que volver a escribir sobre él, pero tuvo que resucitarlo para poder seguir ganándose la vida. El crimen era el único género por el que le apreciaban los lectores. Lo paradójico es que el creador de un personaje que no dejó impune a ningún criminal, nunca sospechó  que  su chófer era un famoso atracador de bancos y uno de los delincuentes más buscados por la policía francesa.

Mientras Doyle se esforzaba por crear las historias criminales más complejas,  tenía un protagonista  en carne y hueso al volante de su propio coche. Jules Bonnot, el chófer de Conan Doyle, era amante de los coches y las armas,  anarquista, rebelde y pasó a la historia por un mediático atraco a la surcusal Société Générale en el barrio parisino de Chantilly, que conmocionó a toda Francia.

Jules Bonnot el enemigo público nº1

Jules Bonnot, el chófer de Conan Doyle

Jules Joseph Bonnot nació en Pont-de-Roide, Francia, en 1876. Después de que su infancia  fuera asolada por el prematuro fallecimiento de su madre cuando él solo tenía cinco años,  su padre, un obrero fundidor, analfabeto, se hizo cargo de su educación.  Jules abandonó  la escuela y empezó a trabajar con solo catorce años en la industria metalúrgica. Las trifulcas con sus patrones fueron constantes y pronto se le empezó a conocer por su carácter violento. A lo largo de su vida, se sumaron las condenas por agresiones, desde una pelea en un baile a golpear a su jefe con una barra de hierro pasando por agredir a un agente de policía. En 1901,  se casó con Sofie-Louise Burdet, una modista  con la que emigró a Ginebra. Tuvieron un hijo. En 1903, una nueva desgracia familiar marcó la vida de Bonnot, cuando su hermano se ahorcó tras sufrir un desengaño amoroso. En 1907, su mujer le abandonó llevándose al hijo de ambos.

Su vida fue un periplo de trabajos y despidos en distintas ciudades francesas y suizas: tras su paso por el servicio militar, donde aprendió mecánica y demostró un excepcional talento con los motores,  empezó a mostrar públicamente su simpatía por el movimiento anarquista. Fue despedido en una empresa de ferrocarriles de Bellegarde por caldear el ambiente con sus arengas políticas,  se instaló en Lyon donde encontró un trabajo en una fábrica de motores. Allí le enseñaron a conducir para convertirse en el chófer de unos de los directivos de la empresa, pero al conocer su historial sindical y anarquista volvió a ser despedido y tuvo que mudarse a París.

Después del abandono de su mujer, se unió oficialmente al movimiento anarquista donde repartían folletos propagandísticos por toda la ciudad e informaban a la ciudadanía. A partir de ese momento, Bonnot empezó una carrera delictiva que se inició con pequeños robos, luego coches de lujo y más tarde,   robos en casas de familias adineradas.

Forzado a salir del país para no ser detenido, huyó a Inglaterra, donde trabajó para Conan Doyle. Allí conoció a Plátano Sorrentino, calificado por la policía francesa como anarquista radical peligros y con él que regresó a París. Comenzaron a llevar una sangrienta actividad delictiva donde se unieron otros miembros del movimiento anarquista. Sus actos violentos y atracos a la Société Générale produjeron más de una muerte. La Bannot Gang fue la primera banda organizada en practicar el robo de bancos con la huida planificada en un coche que les esperaba en la puerta mientras realizaban el atraco, conducido por el mismo Bonnot. Toda la policía francesa tenía puesto el ojo en La Banda de Bonnot y  se convirtieron en el centro mediático de la prensa del país.

Ficha policial del delincuente anarquista Jules Bonnot

Ficha policial de Jules Bonnot

Coche que condujo Jules Bonnot

Un Delaunay-Belleville donde Jules Bonnot lo usaba para escapar de sus atracos

El destino final de los miembros  de la banda fue diverso: Unos fueron juzgados, otros murieron tiroteados por la Gendarmería. Poco a poco la banda se iba disolviendo pero faltaba el más importante, el cabecilla de todos. Bonnot se refugió en el suburbio parisino de Choisy-le-Roi. Allí tuvo tiempo de atrincherarse y escribir su testamento y una carta a la mujer que amaba entonces (que también había sido detenida). La carta terminaba así:

«No pedía gran cosa. Caminaba con ella bajo el claro de luna por el cementerio de Lyon, ilusionándome con que no hubiese necesidad de nada más para vivir. Era la felicidad que había perseguido toda la vida, sin ser capaz ni siquiera de soñarla. La había encontrado y descubierto lo que era. La felicidad que me había sido siempre negada. Tenía el derecho de vivir aquella felicidad. No me lo habéis concedido. Y entonces ha sido peor para mí, peor para vosotros, peor para todos… ¿Debería lamentar lo que he hecho? Quizás. Pero no tengo remordimientos. Arrepentimientos, sí, pero en cualquier caso, ningún remordimiento».

En 1912, la policía asaltó su casa y Bonnot murió acribillado a tiros. Tenía 36 años.

 

La banda de Bonnot

Cartel de la película La Banda de Bonnot de Philippe Fourastié

En 1925, Conan Doyle  estuvo en Lyon  visitando el Museo del Crimen de la ciudad, dónde se mostraban los más famosos delincuentes de la historia del país cuando, para sorpresa de sus acompañantes, Doyle,  se detuvo ante una foto de la exposición y exclamó: «¡pero si es Jules, mi antiguo chófer!».  Según otras versiones de esta historia, fue un íntimo amigo del escritor quien reconoció la foto de Bonnot en la exposición de Lyon.

Si queréis saber más sobre la vida de Bonnot,  el escritor italiano Pino Cacucci escribió su biografía en su novela En ningún caso, ningún remordimiento. Y también podéis ver la película La bande à Bonnot (1968) del director francés Philippe Fourastié.